Desentrañando el plan de Caputo y Milei
Comencemos por lo que entendemos que es el corazón de este plan, aquí se encuentra la implementación de un esquema de competencia de monedas, un enfoque radical que rompe con el dominio exclusivo del peso argentino en el sistema monetario actual. Esta medida permitiría que diferentes monedas compitan entre sí en el mercado interno, ofreciendo a ciudadanos y empresas una variedad de opciones monetarias para sus transacciones financieras.
El cambio es radical respecto de la forma en que nos manejamos actualmente, bajo este esquema, el peso argentino mantendría su estatus como moneda oficial emitida por el Banco Central y de curso legal en todo el país. No obstante, se abriría la posibilidad de emitir y circular monedas alternativas respaldadas por diversos activos, como monedas extranjeras, commodities o criptomonedas. Esta libertad de elección no solo busca fomentar la estabilidad monetaria, sino también impulsar la innovación financiera con el desarrollo de servicios como billeteras digitales y sistemas de pago móvil.
Lejos del cierre del Banco Central, este desempeñaría un papel clave en este nuevo panorama económico. Si se deseara cerrar sería solo para cumplir con una promesa de campaña, y lo que se haría sería un cambio de nombre para que parezca que desaparece y surja una nueva institución con distinta denominación. Vemos que actualmente se propone su capitalización y seguramente se iría una supervisión más estricta del sistema financiero. Esto incluiría la imposición de encajes altos para limitar la multiplicación del dinero a través de los bancos, así como la prohibición de la emisión descontrolada de moneda. Además, se daría curso legal a otras monedas, como el dólar, en un contexto de «dolarización endógena». Este concepto económico, dolarización endógena, se refiere a un proceso en el cual la dolarización de una economía ocurre de forma interna o desde adentro del país, en contraposición a la dolarización como resultado de políticas gubernamentales o acuerdos externos.
En el contexto de Argentina la «dolarización endógena» implicaría que la escasez de pesos argentinos en circulación, porque los bancos tendrán mayores encajes y las tasas de interés serán más altas, por encima de la inflación, que dará falta de financiamiento que, combinado con la preferencia de los agentes económicos por el dólar como reserva de valor más confiable, conduciría naturalmente a una mayor circulación y aceptación del dólar en la economía local. Esto no implica necesariamente una dolarización oficial como la que ocurre en países que adoptan el dólar estadounidense como su moneda oficial, sino más bien una situación donde el dólar se convierte en una moneda de facto utilizada ampliamente en transacciones diarias y como unidad de medida de valor, debido a la falta de confianza en la moneda local. Conjuntamente con esto, si se prohíbe a emisión, ya sea por ley o de hecho, los dólares tomarían curso legal simplemente por faltante de pesos, saliendo del colchón por necesidad de las empresas de continuar en marcha y de los individuos para mantener nivel de gasto.
Atención aquí que las empresas del país deberán reducir márgenes de ganancia, competir con importaciones y buscar escala, así como integraciones horizontales o verticales para ganar mercado y sobrevivir. Son tiempos de arremangarse y trabajar para poder ganar dinero.
Uno de los pilares fundamentales del plan es la búsqueda de un superávit fiscal sostenido, esto es continuar con la baja del gasto y buscar el crecimiento de la recaudación mediante incentivos a esta, probablemente veamos acá un blanqueo de capitales. Estas medidas deben venir respaldadas por una renovación de la deuda de la tesorería y ampliación del plazo de esta, ya sea a través de créditos externos del FMI, ampliación del actual programa o acceso a otros mercados externos, por ahora vedados por el riesgo país.
Luego se verá la eliminación gradual de ciertos impuestos, que el Presidente ya nombró en el siguiente orden, impuesto país, retenciones e impuesto al cheque. Esto, junto con un Banco Central fortalecido y una política de incentivos para el crecimiento económico, pretende atraer inversión tanto nacional como extranjera, impulsando la actividad empresarial y generando empleo. Sea a través del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones), de la Ley Bases o como se denomine por fuera de esta, debe encontrarse la forma de generar incentivos a la inversión, tanto del exterior como interna, que debe salir del colchón para generar actividad económica, utilidad para el empresario, empleo y recaudación para el país.
Este es probablemente el desafío más significativo del programa económico, la necesidad de que el empresariado local invierta y compita en un mercado más abierto y competitivo. En conclusión, el plan económico de Caputo y Milei representa un cambio transformador en la dirección económica de Argentina. Si bien promete beneficios como la estabilidad monetaria y la atracción de inversión, su éxito dependerá de la capacidad de implementación efectiva y la respuesta tanto del sector empresarial como de la sociedad en su conjunto, incluyendo aquí a los políticos.
#BuenaSaludFinanciera
@ElcontadorB
@GuilleBriggiler
Fuente: LA OPINIÓN