01 May 2025

Crece la judicialización de accidentes laborales en Rafaela y se encienden las alarmas

A pocos días del 1º de Mayo, «Día Internacional del Trabajador», Rafaela no sólo conmemora la fuerza del trabajo y la dignidad que implica. También asiste a una realidad que preocupa a profesionales, empleadores y trabajadores por igual: el aumento sostenido de la litigiosidad laboral. En los últimos años, los conflictos judiciales por accidentes y enfermedades laborales se han multiplicado, generando un fenómeno que, lejos de ser anecdótico, habla de un sistema que no está funcionando como debería.

Según diversos abogados laboralistas consultados, este incremento de causas está relacionado, fundamentalmente, con fallas estructurales del sistema de Riesgos del Trabajo, una ley que ha sido, desde sus inicios, blanco de críticas, objeciones de constitucionalidad y cuestionamientos éticos.

«Es una ley polémica, pero es la que rige en la actualidad», afirmó el abogado laboralista Andrés Brarda, quien también es precandidato a Concejal. Brarda señala que muchas veces las Aseguradoras de Riesgo del Trabajo (ART) -entidades privadas que deberían garantizar prestaciones médicas y cobertura- no cumplen adecuadamente con su rol, subestimando el daño real sufrido por los trabajadores y negando o demorando tratamientos necesarios.

La judicialización se vuelve, entonces, el único camino posible. Pero no es un camino deseado: es largo, costoso y agotador. «El trabajador no quiere hacer juicio, no quiere esperar dos o tres años por una resolución. Pero termina recurriendo a la Justicia porque no le queda otra», explica Brarda.

Cuando la prevención no alcanza y la respuesta es lenta

El sistema prevé que los trabajadores que sufran un accidente deben pasar primero por las llamadas comisiones médicas, organismos dependientes del Poder Ejecutivo, que tienen a su cargo la evaluación del caso y el dictamen del grado de incapacidad. En Rafaela, esta comisión funciona en el Parque Industrial, lo que en teoría garantiza proximidad. Pero según los abogados que trabajan con estas causas, los dictámenes no siempre reflejan la gravedad real de las lesiones o enfermedades. Es decir: los números no coinciden con los cuerpos.

A esta situación se suma una estrategia, más extendida de lo que se cree, por parte de algunas empresas: evitar registrar accidentes para no aumentar su tasa de siniestralidad ante la ART. ¿Cómo lo hacen? Derivando al trabajador directamente a su obra social, como si se tratara de una dolencia común y no de un hecho derivado de su actividad laboral. A largo plazo, esto deja al trabajador sin cobertura, sin compensación y sin respaldo.

Informalidad, desprotección y la otra cara de la Justicia

El panorama se agrava cuando el trabajador ni siquiera está registrado. En sectores como la construcción, la informalidad sigue siendo un problema latente. «Un albañil en negro que se accidenta tiene que reclamar directamente a su empleador o incluso al dueño de la obra», remarca Brarda, lo que no sólo retrasa la solución, sino que somete a la persona a un camino judicial desigual y desgastante.

Ante este escenario, las palabras «industria del juicio» suenan como una excusa fácil. La mayoría de las veces, los juicios laborales no son una búsqueda de lucro, sino la única forma de que el daño sea reconocido y reparado. «No hay industria del juicio, hay un sistema que no funciona. Si las ART cumplieran con su función, no habría necesidad de litigar», enfatiza Brarda.

Educación y acompañamiento: la llave del futuro

En un mercado laboral cada vez más tensionado, donde el miedo a perder el empleo convive con la precarización y la informalidad, informar a los trabajadores es tan importante como garantizarles cobertura. Realizar correctamente la denuncia desde el primer momento, contar con asesoramiento legal y entender sus derechos puede marcar la diferencia entre el reconocimiento o la indiferencia.

El «Día del Trabajador» es también el día de aquellos que han perdido su salud en el trabajo, que han quedado con secuelas físicas o psíquicas y que, además, deben pelear años para que la Justicia les devuelva lo que les corresponde. Es el momento oportuno para recordar que la dignidad laboral no empieza ni termina en el empleo, sino también en cómo respondemos cuando ese trabajo deja una herida.

Fuente: Castellanos