Michel Temer: “La vocación original del Mercosur estuvo siempre en el libre comercio”
El mandatario saliente de Brasil, en Buenos Aires por la cumbre del G20, respondió de ese modo a las tendencias proteccionistas que se insinúan en su país y el mundo. Temer defendió en este reportaje su gestión de transición y eludió autocríticas.
Michel Temer es el presidente saliente de Brasil. Será relevado por Jair Bolsonaro el 1° de enero del próximo año. Ha ocupado el gobierno en una transición que comenzó cuando el Congreso destituyó a Dilma Rousseff en 2016. Temer era vicepresidente y asumió el cargo pero también ha sido blanco de denuncias por corrupción ligadas al escándalo del Lava Jato que envió a la cárcel a Lula da Silva.
Esta entrevista fue realizada por escrito. Temer llegó a Argentina para participar de la cumbre del G20
─Esta reunión del G20 encuentra a Brasil sumergido en la transición electoral, ¿Qué postura trae el país frente a las fuertes diferencias internas sobre proteccionismo, apertura, multilateralismo y posible reforma de la Organización Mundial del Comercio?
─En esta Cumbre del G20, Brasil reafirma su mensaje de apertura y de responsabilidad. Creemos que el comercio internacional permite crear nuevas oportunidades, ayuda a modernizar la economía de nuestros países y genera empleo e ingresos. Creemos también en la importancia de un comercio internacional basado en reglas acordadas de manera conjunta, motivo por el cual defendemos a la Organización Mundial del Comercio, que queremos fortalecer y, por supuesto, mejorar. Eso es lo que predicamos en Brasil, siempre en diálogo con el Congreso, con el sector privado y con la sociedad en su conjunto. Estoy convencido de que hay una gran convergencia en nuestro país en cuanto a esa agenda de apertura y de modernización de la economía.
─Varios gobiernos consultados afirman que dada la transición en Brasil y México, Argentina y con ello Mauricio Macri ha quedado como la voz líder de América Latina en el G20 ¿Usted lo ve así?
─Desde que asumí el gobierno de Brasil, el presidente Macri y yo, con otros presidentes de la región, hemos trabajado juntos por una América Latina cada vez más integrada y próspera. En realidad, lo que vemos es una unión de esfuerzos. En el Mercosur, por ejemplo, nos empeñamos en rescatar la vocación original del bloque para el libre comercio –y avanzamos mucho, con la eliminación de barreras al comercio y con la celebración de acuerdos de inversiones y compras públicas. Promovemos, además, el acercamiento del Mercosur con los países de la Alianza del Pacífico –fue una gran satisfacción estar en Puerto Vallarta, en México, invitado por el presidente Peña Nieto, para la primera cumbre Mercosur-Alianza del Pacífico, en la que adoptamos un plan detallado de actividades con miras a la convergencia entre ambos mecanismos. Así es como se construyen las grandes conquistas, tanto en el plano interno como en el externo: con el trabajo conjunto. Los resultados que hemos alcanzado son una muestra contundente de ello.
─Hablando ahora de Brasil… ¿Coincide con las expresiones de la futura ministra de Agricultura Correa da Costa que Brasil podría retirarse del Mercosur, de que se perjudica del mismo, o con las de Paulo Guedes que aunque se disculpó luego manifestó que Argentina no será una prioridad para el gobierno de Bolsonaro?
─Lo que siempre digo es que el movimiento político-electoral es distinto del momento político-administrativo. Cuando un nuevo gobierno asume, la retórica de la campaña queda atrás. Las personas llegan al gobierno, se les presenta de forma más objetiva y completa el conjunto de informaciones disponibles e van modulando ideas a la luz de ciertos hechos. Y el hecho es que Brasil y Argentina son más que vecinos: tenemos una historia de integración que ha rendido y rinde muchos frutos para nuestros países, desde el comercio hasta la cooperación nuclear. Déjeme ser claro: los motivos por los cuales la Argentina es prioridad para Brasil son estructurales. En cuanto al Mercosur, existen también hechos que debemos tener en cuenta. Desde 1991, por ejemplo, el comercio entre los Estados Partes se multiplicó por nueve. Por lo tanto, creo que el presente momento en Brasil, naturalmente, aún requiere ciertas acomodaciones. En las democracias, los períodos de transición son así.
─El ex presidente Fernando Henrique Cardoso ha sido duro con Bolsonaro. Dijo que no se sabe a dónde va y tampoco qué autoritarismo representa. ¿Usted qué piensa?
─El presidente Bolsonaro fue elegido por el voto democrático de 57 millones de brasileños. Los militares son ciudadanos como todos los demás brasileños.
─¿Coincide con quienes dicen que es el Donald Trump de Brasil?
─No me corresponde a mí hacer ese tipo de valoración.
─¿Que le aconsejaría a Bolsonaro como presidente saliente?
─Creo que es necesario garantizarles a todos los brasileños, sin excepciones, la continuidad de los avances por parte del nuevo gobierno, que tendrá, a partir de enero, la misión de gobernar y mantener el equilibrio institucional. Sabemos –y jamás lo escondemos– que hay mucho por hacer. Falta, principalmente, la reforma previsional. El tema puede haber salido de la pauta legislativa, pero no de la pauta política. Estaba negociada y con los votos necesarios para su aprobación. Sin embargo, una semana antes de la votación, sectores que perderían privilegios con la aprobación de nuestro proyecto se movilizaron para impedir que se aprobara la reforma.
─Usted fue vicepresidente del gobierno de Dilma Rousseff ¿Hace alguna autocrítica o siente alguna culpa cuando lo acusan de traidor dado el final de la ex presidente?
-Eso es un invento de algunos grupos para esconder el fracaso del gobierno anterior. Y no existe golpe cuando se cumple la Constitución. La Constitución brasileña establece que, ante el impedimento del presidente, asume el vicepresidente. Por lo tanto, lo que se hizo fue cumplir la Constitución.
─¿Por qué cree que Brasil está tan polarizado y la izquierda es tan rechazada. ¿Qué pasó?
─Antes mismo de que empezara la campaña electoral, advertí sobre la necesidad de reconstruir un clima de concordia, condición necesaria para poder tratar los demás problemas del país. El ambiente de los últimos años, marcado por la intransigencia, poco tiene que ver con las tradiciones de nuestro juego político. Siempre se privilegió la negociación. Creo que, pasadas las elecciones e iniciado el proceso de transición, los ánimos se están calmando, brindando condiciones para que el próximo gobierno implemente sus planes para Brasil.
─¿Teme que al salir de la presidencia, la Justicia vaya en su contra?
─No entendí el propósito ni el motivo de la pregunta.
─¿Qué le hubiera gustado hacer en la Presidencia y no pudo?
─Al final de mi mandato de poco más de dos años y medio, puedo decir con satisfacción que conseguimos cumplir lo que nos propusimos desde mayo de 2016. Encontramos un país con las finanzas destruidas, con la mayor recesión de su historia y que necesitaba ser revertida, la economía estaba estancada y cambios legislativos importantes siquiera se habían delineado. En fin, no había un proyecto de país esbozado dentro del Gobierno. Creamos un gobierno dinámico, capaz de proponer cambios estructurales que establecieron nuevos paradigmas para el país en la administración pública. Restablecimos el diálogo permanente con el Congreso Nacional. Reformulamos leyes de sectores económicos esenciales, mejoramos el ambiente para trabajadores y empleadores. Desde los primeros días, el gobierno asumió con la firme determinación de poner orden en las cuentas públicas destrozadas por administraciones que adoptaron políticas equivocadas en ese sector. Para ello, fue fundamental fijarles un techo a los gastos públicos, lo cual partió de la idea trivial de que no se debe gastar más de lo que se recauda. Tuvimos avances en todos los sectores de la economía. En mayo de 2016, el PBI era negativo: -5,9%. En 2017, pasó a ser positivo: 1,08%. La inflación, que era del 10%, se redujo a índices de entre el 3 y el 4%. Los intereses bajaron de 14,35% a 6,5%, entre muchas otras conquistas. Llevamos a cabo las reformas laboral y de la educación secundaria y aumentamos la credibilidad de las empresas estatales brasileñas, que pasaron a ser valoradas en los escenarios nacional e internacional. Por eso, suelo decir que nuestro gobierno fue reformista y consiguió entregar un país mejor para los brasileños. Ese es el legado: un país reorganizado y listo para seguir creciendo.
Fuente: Clarin