Para los analistas, las medidas son un paliativo de corto plazo
La palabra que usó el Presidente para presentar las nuevas medidas económicas confirma los meses de estrés para el bolsillo que llevaron a que ayer se anunciaran el congelamiento de tarifas , un nuevo acuerdo de precios y líneas de crédito adicionales, entre otras decisiones. Cuando faltan cuatro meses para las PASO, con una inflación del 11,3% en el primer trimestre y un consumo que ya mide bajas mensuales similares a las de 2002, la batería de medidas apunta a conseguir una tregua con los precios.
Los economistas que consultó LA NACION indicaron que las medidas anunciadas son una buena noticia y una solución paliativa de corto plazo, pero remarcaron que son de carácter electoral y que no arreglan los problemas de fondo que tiene la economía.
Con respecto a las medidas destinadas a congelar los precios y reactivar el consumo, Lorenzo Sigaut Gravina, de Ecolatina, dijo que «está bien orientado: son productos básicos y apuntan a la línea de indigencia». Sin embargo, para el economista, el impacto no será inmediato, porque en los últimos días circularon varias versiones sobre el acuerdo en las góndolas.
«Lo perverso de esto es que, como tardaron dos semanas en definir, los empresarios aprovecharon para subir precios y hacer un colchón. Paradójicamente, incluso podemos tener más inflación en abril que en marzo», apuntó.
Gabriel Caamaño, de la consultora Ledesma, indicó que «en el fondo, se observa una necesidad de adelantar una reactivación que, en un escenario optimista, iba a empezar a mejorar sobre el filo de las PASO, en agosto. También demuestra que el Gobierno no se banca otro marzo [por el pico inflacionario del 4,7%]», agregó.
Por otro lado, el Banco Central tomó la decisión de acortar el plazo (de 19 a 10 días hábiles) en el que las tarjetas les pagan a los comercios el dinero de las ventas que estos hacen con tarjetas de crédito y prohibió que los bancos les cobren comisión a las pymes por los depósitos en efectivo. Al respecto, Caamaño aseguró que de esta manera se reducen las necesidades de capital de trabajo, lo que mejora el costo financiero de las pymes en un contexto de tasas altas.
«Pero eso por algún lado va a ajustar, y no sé cuál terminará siendo el resultado final, porque no creo que todo eso sea margen de las tarjetas», dijo el economista.
Marina Dal Poggetto, directora de EcoGo, sostuvo que «las medidas, junto al anuncio del Banco Central de anteayer sobre el dólar [que le estableció un techo hasta fin de año], es bien de año electoral. El problema es que convive con un programa rígido en lo monetario y lo fiscal, que hace muy contractivo el esquema. Si se quiere anunciar medidas expansivas, por el otro lado hay un juego peligroso, porque el mercado cambiario puede reaccionar».
«No se puede hacer un programa contractivo y expansivo a la vez a menos que se genere confianza, pero, además, está la incertidumbre electoral, que se despeja o se complica el 22 de junio», aclaró la economista.
«Es una ayuda y hay que valorarla. Sobre todo es una buena noticia para las pymes y los hogares vulnerables, que corren el riesgo de no llegar a fin de mes. Dicho eso, son medidas que no serán tan gravitantes por sí solas. Sigue faltando un plan para arreglar los problemas de fondo. Todavía no hay un horizonte productivo para el país», opinó Martín Kalos, director de EPyCA Consultores.
Y agregó: «Es una medida electoralista que al Gobierno no le gusta tomar, pero que tuvo que hacerlo porque su política antiinflacionaria no le estaba rindiendo resultados en la forma que esperaba. La inflación se acelera en vez de desacelerarse y por eso se necesitaba anunciar un plan para llegar a las elecciones».
Sigaut Gravina concluyó: «Es un paliativo. Cuando la fiebre vuela, hay que ponerle un paño frío a los que más sufren, y en este caso, son los eslabones más débiles».
Fuente: La Nacion